sábado, 17 de enero de 2009

Sobre escuelas de liderazgo, cursos, libros y la profesionalización del saber no sistemático

Existe un saber popular heredado de las generaciones anteriores que sostiene que mediante el estudio se logra "progresar" en la vida: obtener mejores oportunidades laborales, mejores sueldos, mayores perspectivas, lo que los técnicos del mercado de trabajo llaman "posicionarse mejor".

No quiero discutir acá hasta que punto ese saber común legitimado se muestra verdadero al momento de ir a buscar trabajo. Aunque sería interesante, me excede un poco decir cuantos de los jóvenes que estan empezando a trabajar realmente lo creen, a pesar de que se lo han inculcado. Las estadísticas del último censo nacional nos dicen que sólo en el GBA existen 450 mil jóvenes que no estudian ni trabajan. Entonces algo debe estar fallando dentro tanto del mundo imaginario sobre el cual se erige ese saber popular como también dentro de su aceptación por grandes cantidades de estos jóvenes. Dejo ese cabo suelo y voy a lo que me interesa.

Hemos visto en los últimos años, tal vez a nivel mundial, una proliferación fantástica del negocio de la autoayuda: existen acutalmente libros, programas, cursos sobre autoayuda, liderazgo, motivación, "las claves del éxito", "las 7 claves para hacerse rico", étc. Los manuales y cursos para la autoayuda, de los cuales considero que los libros sobre liderazgo empresarial forman parte, resultaron ser una moda que existe y permanece. Es probable que el perfil de público al que apuntan estos tantos libros y talleres sea variado (jóvenes profesionales -contadores, administradores, actuarios, abogados, trabajadores que aspiran a ascender en la escala salarial y social, habitantes de las urbes), pero creo que de fondo existe una lógica que impera en otras esferas del capitalismo. Sabemos que el capitalismo opera mercantilizando crecientemente todo tipo de objetos sin hacer diferencia de naturaleza. Así también, mercantiliza conociemientos especializados que surgen el proceso productivo. Evidentemente el liderazgo empresarial logró hacerse un espacio para ser comercializado y fue eficientemente explotado. Existe entonces una dimensión de diciplinamiento que es evidente, la diciplina se ejerce como dominación cuando el dominado acepta el mandato como si fuera propio ("si, yo quiero ser el mejor teamleader"). Lo que me llama la atención es la sistematización de un conocimiento intuitivo: como lograr llevarse bien con la gente, motivar, ser sociable, ser -esa palabra tan bonita- "proactivo". Los terciarios de telemarketing, de comercialización, de venta, la enseñanza de un conocimiento de oficio pero de naturaleza intelectual ¿Están funcionando como nuevos mecanismos de cierre social? ¿Cómo logran ser redituables? ¿Qué clientela los consume y con que esperanzas?

Dudas.

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